Tan sólo hace 2 años que vivo en una casa de aldea y es el tiempo suficiente para saber que como decía el anuncio del detergente parodiado por "Martes y Trece", no, no lo cambio.
Es cierto que uno de los inconvenientes que tiene una casa en la aldea es la lejanía de lo que se supone que es lo divertido de la vida en la ciudad... pero ahí radica, para mí una de las mayores ventajas de vivir en un pueblo.
Mi casa está a tan sólo 20 minutos del centro de una ciudad mediana como es Gijón y me ofrece todas las ventajas de estar viviendo en total tranquilidad.
Al principio asustaba un poco eso de no tener alumbrado público, muchos vecinos, un bar cerca... pero poco a poco te das cuenta de que esa es la gracia de una casa en la aldea.
De repente, y casi sin darte cuenta, surgen cientos de actividades, de tareas y de vez en cuando,obligaciones que tienes que desarrollar, que llevar a cabo y aunque pensabas que no sabías... vaya que si sabes!!... quizás no quede perfecto pero siempre te quedará la excusa de... "tiene un toque rural".
Como esta es una primera entrada y no aporta mucho más que una justificación personal de por qué escoger como opción de vida la aldea en lugar de la ciudad, no me voy a extender mucho.
Sólo diré que no entiendo cómo alguien puede preferir levantarse por las mañanas viendo el sobaco del vecino, protestando por el ruido de las calles que nunca duermen, en lugar de ver un paisaje verde y amplio (que casi no se alcanza con la vista) y el ruido de las hojas y la hierba que se mecen al son del viento.
Aunque no todo es tan bonito ni tan placentero... pero eso, lo dejaré para posteriores entradas en este blog que espero os sirva no sólo para aprender sino también para reíros un poco.
Sed bienvenidos/as y sentiros como en casa... (imprescindible llevar puestas las zapatillas de cuadros).
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